Relacion entre cancer y la comida

mayo 21, 2016
Conoce en tips super salud, esta relacion que existe entre cancer y la comida

Existe un claro paralelismo entre nuestra forma de alimentarnos y una de las mayores amenazas para nuestra salud. ¿Qué se sabe? ¿Qué se sospecha? ¿Qué medidas dietéticas deberíamos seguir para lograr una mayor protección.

Varios estudios sobre la importancia de una dieta vegetariana equilibrada con respecto a la incidencia en trastornos cardiocirculatorios, en el cáncery sobre la longevidad han puesto en evidencia, una vez más, las ventajas salutíferas de ésta respecto a una dieta -digamos- convencional. Uno de los estudios más interesantes es el realizado por el Instituto de Higiene de Londres, publicado por el British Medical Journal. Se analizaron los hábitos dietéticos de 11.000adultos británicos durante doce años. Los resultados no han hecho más que confirmar lo que millones de vegetarianos y la mayoría de los médicos naturistas saben desde hace tiempo: el seguimiento habitual y regular de una dieta vegetariana, basada en el consumo de frutas y hortalizas crudas, cereales integrales, verduras, legumbresy frutos secos, alarga y mejora la calidad de vida. Se conocen incluso cifras concretas: el padecimiento del cáncer es un 40% menor en los vegetarianos según estos estudios. La incidencia de trastornos cardiocirculatorios también es significativamente menor, como claro es también un mejor estado de salud, debido al efecto protector de una dieta vegetariana bien hecha.

CAUSAS DE CÁNCER 

El cáncer es una enfermedad policausal, pero existen factores que desencadenan su latencia aletargada. Han pasado más de veinte años desde que el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. publicó una lista de los principales factores desencadenantes de enfermedades cancerosas, con sus correspondientes porcentajes de incidencia. Se considera ala dieta (factores alimentarios) como la causa más importante y extendida (35%), seguida del tabaco (30%), los factores genético-hereditarios (16%), ciertos padecimientos víricos (5%), las condiciones laborales (4%), las bebidas alcohólicas (3%), la contaminación ambiental (3%), la irradiación solar (3%), y ciertos aditivos y productos farmacológicos (1 %). Hoy los omnipresentes aditivos en los alimentos tendrían mayor protagonismo, pero en conjunto se trata de una información importante y significativa.


¿CUÁL ES LA PRINCIPAL CAUSA DE CÁNCER? 

Por otra parte se sospecha que más del 80% de los cánceres tienen su origen en una influencia ambiental nociva. Entre los diferentes factores del medio ambiente que nos rodea y que pueden repercutir negativamente sobre nuestra salud destaca, ante todo, el tipo de dieta que sigamos (costumbres alimenticias), es decir: predominio de unos alimentos, escasez de otros, forma de cultivarse, manipulación posterior, forma de cocinado, presencia de aditivos y restos de plaguicidas, conservación, deterioro...

Los estudiosos del tema abogan por una dieta más rica en vitaminas, minerales y oligoelementos, por lo que se recomienda al ciudadano que haga un mayor consumo de frutas y hortalizas frescas, verduras, cereales integrales, legumbres, aceite de oliva y frutos secos y se disminuya, en cambio, la toma de grasas saturadas (grasas animales, margarinas hidrogenadas -grasas solidificadas-, aceites de palma y coco...), carne, sal, embutidos, azúcar y alimentos empobrecidos (conservas, refinados...).

El déficit vitamínico de la dieta convencional de los países occidentales (cada vez más parecida a la anglosajona) no debe combatirse mediante la toma regular de preparados vitamínicos sintéticos, sino adoptando hábitos en las comidas que proporcionen un aporte vitamínico natural suficiente. Una dieta lacto-vege-tariana bien equilibrada es una garantía excelente de dieta sana, a pesar de los prejuicios que, por falta de información, muchas personas, incluso médicos, tienen sobre este tipo de alimentación. Estudios clínicos y epidemiológicos actuales confirman lo que empíricamente ya sabíamos.

También la llamada «dieta mediterránea », rica en productos hortícolas, aceite de oliva, legumbres, cereales, pescado azul y pobre en carne y grasas animales es mejor protectora, frente a la amenaza del cáncer, que la dieta más propia de los países del norte: excesivamente rica en productos cárnicos, grasas saturadas, productos lácteos, alimentos refinados (harina blanca, azúcar), conservas y pobre en frutas y hortalizas frescas.

La relación de la dieta con el desarrollo del cáncer hay que entenderla en su justa medida. No es sólo que tal alimento sea cancerígeno en sí o anticancerígeno, como veremos más adelante, sino que una mala nutrición conduce, más pronto o más tarde, a una alteración o merma de la capacidad de respuesta defensivoinmunitaria del organismo. No sólo frente a bacterias, virus y otros gérmenes y productos nocivos procedentes del entorno, sino también frente a células malignas que se pueden originar en nuestro cuerpo.

De ahí que en los últimos años se esté investigando y avanzando en la lucha contra el cáncer, no tanto a base de destrucciones masivas y poco selectivas, como ha sucedido hasta ahora, sino en el fomento o potenciación de la capacidad defensiva de estos pacientes, lo cual resulta especialmente decisivo en la prevención tanto del tumor primario como de su posible diseminación (metástasis). Medidas que en su conjunto constituyen lo que se ha venido a denominar «tratamiento biológico del cáncer», sobre el que algunos países centroeuropeos nos llevan muchos años de ventaja.

En algunos tipos de cáncer, por ejemplo el de colon (uno de los más frecuentes en hombres y algo menos en mujeres), se considera que la adopción de una dieta errónea es responsable de más del 90% de los casos.

LA IMPORTANCIA DE LAS VITAMINAS 

Una dieta vegetariana variada aporta la cantidad suficiente de vitaminas para no temer un estado deficitario de las mismas, como podemos ver a continuación. Destaquemos las principales vitaminas y elementos minerales que intervienen de una forma decisiva en la prevención del cáncer, así como los alimentos vegetales más ricos en ellas.

VITAMINA A 

Aunque la podemos hallar en huevos, productos lácteos y se acumula en el hígado de animales y peces (aceite de hígado de bacalao, tan recordado por su repugnante sabor), también se encuentra en cantidades importantes en muchos vegetales de consumo habitual, generalmente en forma de beta-caroteno (sustancia precursora o provitamina A), como sucede con las zanahorias, albaricoques, boniatos, patatas dulces, espinacas, brécol, melón... Entre las funciones que ejerce en el organismo, destaca su efecto trófico y protector de los epitelios (piely mucosas), participando en la barrera defensivo-inmunológica de estas estructuras, por lo que se le atribuye un efecto preventivo frente a la posible aparición de cánceres de boca, estómago, colon, bronco-pulmonar y de cuello uterino.

VITAMINA C 

Los alimentos que presentan una mayor riqueza en esta vitamina son las frutas (cítricos, kiwis, caquis...) y las hortalizas (pimientos, perejil, coles, cebolla...) frescas y crudas. Se destruye en gran medida por efecto del calor (cocción) y del almacenamiento prolongado. De ahí la gran importancia dietética que tiene tomar vegetales crudos en las comidas y a diario, ya que, al igual que otras vitaminas hidrosolubles, apenas se acumula en nuestro organismo y éste la precisa continuamente. Su gran capacidad para captar oxígeno (efecto antioxidante) le permite combatir y neutralizar los nocivos y peligrosos radicales libres presentes en el interior de nuestro cuerpo. Eso hace a esta vitamina especialmente interesante en la prevención del cáncer (sobre todo los del tubo digestivo) y como elemento indispensable para nuestra salud. Podemos decir que la vitamina C combate el deterioro celular y, por tanto, el envejecimiento prematuro de los tejidos.

VITAMINA D 

Si bien la encontramos en numerosos pescados (en el hígado), también se halla presente en la yema de huevo y en los productos lácteos. Como las demás vitaminas liposolubles, se acumula en el hígado y otros órganos. Al igual que la vitamina A, si se toman cantidades excesivas (preparados farmacéuticos) puede llegar a ejercer efectos tóxicos, por lo que siempre es preferible hacerlo a partir de los alimentos que la contienen. Por otra parte, los rayos ultravioleta de la luz solar activan la provitamina D presente en la piel y la transforman en vitamina D, que luego es absorbida por el cuerpo. La exposición moderada al sol con nuestro cuerpo desnudo es un factor de salud de primer orden. Sin embargo, en los últimos años se está abusando del tiempo de exposición al sol en verano y eso es perjudicial para la piel: acelera su envejecimiento y desarrolla una verdadera «epidemia» de cánceres de piel (efecto acumulativo de exposiciones al sol a lo largo de los años). Se sospecha que la vitamina D produce un cierto efecto anticancerígeno en huesos, riñón y dientes. En laboratorio se ha observado una acción protectora respecto a leucemias y cánceres de colon y mama.

VITAMINA E 

La contienen muchos alimentos, entre los que destacan los cereales integrales (en el germen, sobre todo), soja, aceites vegetales, verduras y hortalizas de hoja verde, frutos secos, entre otros. No tolera bien las altas temperaturas, lo que redunda aún más en la necesidad de tomar alimentos crudos en las comidas. La vitamina E (tocoferoles) refuerza el sistema defensivo-inmunitario, lo que resulta de especial interés en personas de edad avanzada. Junto con la vitaactúa neutralizando los radicales libres (moléculas capaces de dañar el material genético celular), por lo que reducen el riesgo de padecer cáncer, especialmente de mama, pulmón, páncreas y cuello de la matriz. Incluso se ha visto que la vitamina E reduce el crecimiento de algunos tumores, como, por ejemplo, los sarcomas. La acción de estas tres vitaminas, junto con el selenio, se ve potenciada cuando actúan conjuntamente. Has que destacar que las vitaminas C y E también protegen al organismo del efecto carcinogénico de algunas sustancias, como las peligrosas nitrosaminas, que se forman a partir de los nitritos presentes en algunos alimentos. Realmente combaten con bastante eficacia el desarrollo de cánceres en estado incipiente, lo que ha determinado que se las considere y denomine «agentes bloqueantes o supresores» con respecto al cáncer. No podemos olvidar que la mayoría de los enfermos de cáncer presentan un bajo nivel de vitamina C en su organismo.

ACIDO FÓLICO 

El nombre de esta sustancia se debe a su extendida presencia en las hojas de los vegetales (en latín «folia» significa hoja), tales como espinacas, lechuga y otras hortalizas, así como en los garbanzos y en los cereales integrales. La carne, en cambio, es pobre en esta vitamina, a excepción de hígado y riñones (visceras cuyo consumo no es nada recomendable, porque acumulan residuos procedentes de la alimentación artificial del ganado).

El ácido fólico interviene en la formación de los ácidos nucleicos (DNA y RNA), que son los portadores de nuestras características hereditarias. Es una vitamina muy sensible a la luz y al calor y al ser hidrosoluble se disuelve fácilmente en el agua de cocción. Otra razón para tomar alimentos crudos. El ácido fólico ejerce numerosas funciones en nuestro organismo. Su presencia es fundamental en los procesos de división y multiplicación celular.

Respecto al tema del cáncer, su interés estriba en su efecto «protector o fortalecedor» de los cromosomas del núcleo celular, defendiéndolos de la acción de virus nocivos. Los científicos han comprobado que su carencia favorece el desarrollo de tumores de intestino grueso (colon), hígado y cuello uterino.

NIACINA 

Se trata de una vitamina del grupo B que interviene en el metabolismo de carbohidratos, grasas y proteínas. Alimentos vegetales como los cereales integrales, guisantes, aguacates, higos, ciruelas pasas, entre otros, son buenos suministradores de esta vitamina. Su interés respecto al cáncer estriba en que se la considera un potente inhibidor de la degeneración celular. CINC Junto con el selenio constituyen dos elementos de interés en la prevención del cáncer. Al primero se le atribuye un efecto protector ante posibles alteraciones celulares, mientras que el segundo actúa favorablemente en el sistema defensivo del organismo y su presencia junto a las tres vitaminas antes citadas es fundamental en la prevención del cáncer.

VIRTUDES DE ALGUNOS ALIMENTOS 

En los últimos años se están investigando una serie de sustancias naturales presentes en las plantas (ajo, tomate, piña...) son los cada vez más conocidos agentes fitoquímicos antioxidantes que tienen por misión defender o proteger a la planta contra agentes patógenos que pudieran perjudicarlas. Su interés estriba en que muchas de ellas impiden la activación de los peligrosos oncogenes (presentes en nuestras células) responsables del desarrollo del cáncer. Se trata en definitiva de agentes con poder anticancerígeno presentes en muchas frutas y hortalizas.

El cáncer se origina porun crecimiento anómalo y desmesurado de un grupo de células afectadas que no respetan los controles biológicos de crecimiento y diferenciación a que son sometidos los tejidos de nuestro cuerpo.

Hay sustancias (cancerígenas) capaces de provocar mutaciones (alteraciones) en el material genético del núcleo celular. Sin embargo, para que se forme una masa tumoral es preciso que estén presentes también los llamados «agentes promotores» que inducen a las células afectadas a multiplicarse anárquicamente y se inicie un proceso tumoral.

En 1992 se comprobó que una sustancia (sulforafano) presente en el brécol, en la coliflor y en otras hortalizas activan determinados enzimas que combaten a estos agentes promotores y a los cancerígenos iniciadores. Por otra parte, vegetales como el tomate, pimientos verdes, zanahorias, piñas y fresas contienen diversas sustancias fitoquímicas (ácidos clorogénico y p-cumárico) que combaten la formación de las peligrosas nitrosaminas en el estómago.

CRUCIFERAS Y SOJA 

La familia de las coles, así como los nabos, contiene una sustancia (PEITC), que al igual que el ácido elágico presente en las uvas, fresas y frambuesas, ejerce un efecto protector del material genético celular, y actúa contra los procesos de carcinogénesis (formación de cáncer) en nuestro organismo. Por su parte, la soja presenta un componente (genisteína) que, según muestran estudios con animales de experimentación, evita la formación de los vasos sanguíneos (angiogénesis) que precisa el tumor para nutrirse, cuando éste empieza a formarse. No afecta a los tejidos sanos, por lo que resulta también interesante en la prevención del cáncer. Naturalmente que existen más factores a tener en cuenta, como el equilibrio ácido-base: es imprescindible controlar mejor lo que influye en la acidificación del organismo. Pero sí que conviene tener más en cuenta todos estos alimentos que os presentamos aquí.

Decía George Sand que «lo verdadero es demasiado sencillo, pero siempre se llega a ello por lo más complicado». Durante muchos años se ha podido mostrar empíricamente que la dieta vegetariana es más beneficiosa para la salud que la convencional, y tenemos un buen ejemplo en el tema del cáncer. Sin embargo, han sido necesarios muchos esfuerzos económicos y horas de trabajo para que los investigadores médicos comiencen a perder prejuicios y consideren que los que la hemos defendido.

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